Doctrina y Convenios 98-101| Quedaos tranquilos, sabed que yo soy Dios
Ven, Sígueme con Pepe Valle de Central de las Escrituras - A podcast by José Valle
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Para los santos de la década de 1830, Independence, Misuri era literalmente la tierra prometida. Era “el lugar central” de Sion (véase Doctrina y Convenios 57:3) —la ciudad de Dios en la tierra—, para cuya edificación estaban haciendo grandes sacrificios. Para ellos, la congregación de los santos en ese lugar era un emocionante y glorioso preludio a la Segunda Venida. Sin embargo, sus vecinos de la región veían las cosas de manera diferente. Discreparon con la afirmación de que Dios había dado la tierra a los santos, y les incomodaban las consecuencias políticas, económicas y sociales de que tantas personas de una religión desconocida se trasladaran a la región tan rápidamente. La preocupación no tardó en convertirse en amenazas, las cuales a su vez se convirtieron en persecución y violencia. En julio de 1833, la oficina de la imprenta de la Iglesia fue destruida, y en noviembre los santos fueron forzados a abandonar sus hogares en el condado de Jackson, Misuri. José Smith estaba en Kirtland, a casi 1300 kilómetros de distancia, y las noticias tardaron dos semanas en llegarle. No obstante, el Señor sabía lo que estaba sucediendo, y reveló a Su profeta principios de paz y aliento que consolarían a los santos: principios que también pueden ayudarnos cuando afrontamos persecución, cuando nuestros deseos justos no se cumplen o cuando necesitamos un recordatorio de que nuestras aflicciones diarias, con el tiempo, de alguna manera, “obrarán juntamente para [n]uestro bien” (Doctrina y Convenios 98:3). Véanse Santos, tomo I, págs. 174–197; “En espera de la palabra del Señor”, Revelaciones en contexto, págs. 209–215."