1239 - Miqueas 1-3. La justicia de Dios. Miq 2:1
Descansando en Dios - A podcast by Francisco Atencio
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1239 – Miq 2:1 – Miqueas 1-3. La justicia de Dios. ¡Ay de los que en sus camas piensan iniquidad y maquinan el mal, y cuando llega la mañana lo ejecutan, porque tienen en su mano el poder! Miqueas predijo la caída tanto del reino del norte de Israel como del sur de Judá. El primero de los tres mensajes de Miqueas es el más duro. Comienza su libro denunciando al pueblo y describiendo la destrucción que iban a sufrir. “Todo esto por la rebelión de Jacob, y por los pecados de la casa de Israel. ¿Cuál es la rebelión de Jacob? ¿No es Samaria? ¿Y cuáles son los lugares altos de Judá? ¿No es Jerusalén?” (Miq 1:4). Miqueas denuncia en resumen dos tipos de pecado: La falsa adoración a Dios (Miq 1:7, 3:5-7, 11; 5:12, 13) y la injusticia hacia los demás (Miq 2:1, 2, 8, 9; 3:2, 3, 9-11; 7:2-6). Estos pecados se infiltraron de forma flagrante en las ciudades capitales e infectaron la nación entera. La solución fue Cristo con su sacrificio redentor “mas cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia” (Ro 5:20). I. Juicio a Israel (Miq 1:1-7). “Oíd, pueblos todos; está atenta, tierra, y cuanto hay en ti; y Jehová el Señor, el Señor desde su santo templo, sea testigo contra vosotros. Porque he aquí, Jehová sale de su lugar, y descenderá y hollará las alturas de la tierra. Y se derretirán los montes debajo de él, y los valles se hendirán como la cera delante del fuego, como las aguas que corren por un precipicio.” (Miq 1:2-4). Miqueas presenta: La escena (Miq 1:2). Se asemeja a una corte en la que Jehová (el fiscal) acusa a su pueblo (Israel y Judá) ante el jurado (todos los pueblos). La descripción general (Miq 1:3-4). Se hace muy claro que el que aplica el castigo es Jehová mismo. Él desciende del cielo para castigar y no hay quien impida su juicio. La razón (Miq 1:5). El Señor es justo en aplicar el castigo porque Samaria (Israel) y Jerusalén (Judá) son culpables de rebelión y pecado. La destrucción de Samaria. “Haré, pues, de Samaria montones de ruinas, y tierra para plantar viñas; y derramaré sus piedras por el valle, y descubriré sus cimientos. Y todas sus estatuas serán despedazadas, y todos sus dones serán quemados en fuego, y asolaré todos sus ídolos; porque de dones de rameras los juntó, y a dones de rameras volverán.” (Miq 1:6–7). Omri fundó la capital del reino del norte Samaria alrededor de 857 a.C. (Miq 6:16). Desde su comienzo, bajo el gobierno de Jeroboam este reino se entregó a la idolatría (1Re 12:25–33). Su castigo fue en el 722 a.C. cuando el rey asirio Sargón II destruyó la ciudad y llevó gran parte de su población al exilio. II. Juicio a Judá (Miq 1:8-12). “Por esto lamentaré y aullaré, y andaré despojado y desnudo; haré aullido como de chacales, y lamento como de avestruces. Porque su llaga es dolorosa, y llegó hasta Judá; llegó hasta la puerta de mi pueblo, hasta Jerusalén.” (Miq 1:8-9). La disciplina de Samaria fue tan severa que Miqueas no pudo más que lamentarla (Miq 1:8-9). Pero Judá no había aprendido de lo sucedido a Samaria. Participaba de los mismos pecados y su juicio sería insoportable como una llaga dolorosa. “Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.” (Ro 6:23). III. Juicio por los pecados (Miq 2:1-13). “¡Ay de los que en sus camas piensan iniquidad y maquinan el mal, y cuando llega la mañana lo ejecutan, porque tienen en su mano el poder! Codician las heredades, y las roban; y casas, y las toman; oprimen al hombre y a su casa, al hombre y a su heredad. Por tanto, así ha dicho Jehová: He aquí, yo pienso contra esta familia un mal del cual no sacaréis vuestros cuellos, ni andaréis erguidos; porque el tiempo será malo.” (Miq 2:1-3). Sus pecados eran la codicia materialista, el robo, y su insensibilidad al violar el derecho de sus hermanos. Finaliza el primer mensaje con la promesa del reino del Mesías, Jesucristo:
