El Sumo Sacerdote de tu confesión
Audio Devocional "Crezcamos de Fe en Fe" - Ministerios Kenneth Copeland - A podcast by Kenneth y Gloria Copeland
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«Por lo tanto, hermanos santos, que tienen parte del llamamiento celestial, consideren a Cristo Jesús, el apóstol y sumo sacerdote de la fe que profesamos [o confesamos]» (Hebreos 3:1) Hoy en día, muy pocos creyentes comprenden el misterio del apostolado y sacerdocio de Jesucristo. Piensan que un apóstol es alguna clase de supersanto. Pero en realidad, apóstol significa “enviado”. Por lo tanto, Jesús ha sido enviado por Dios para hacer algo por nosotros. Él ha sido enviado para servir como nuestro Sumo Sacerdote. De nuevo, muchos creyentes no tienen ni la menor idea de lo que un sumo sacerdote hace. Ellos se imaginan a una persona que camina con ropa extraña realizando rituales religiosos. En realidad, un sumo sacerdote es mucho más que eso. Es el que está autorizado para administrar, poner en marcha, llevar a cabo y ejecutar lo que se le ha encomendado. Quizás te preguntes: “¿Qué es lo que está Jesús autorizado para administrar, ejecutar o llevar a cabo a favor nuestro?” Hebreos 3:1 nos dice que Jesús es el Sumo Sacerdote de nuestra confesión. Él ha sido enviado a poner en vigencia, a ejecutar y a llevar a cabo las palabras que digas. Pero es muy posible que en lugar de palabras de fe, hayas estado diciendo cómo te sientes en ese momento. Por ejemplo, si sólo hablas de enfermedad, ¿qué podrá hacer el Señor con eso? Él no es el Sumo Sacerdote de la enfermedad, y no podrá hacer cumplir esas palabras. Si declaras: “Estoy débil, me siento cansado”, Él no podrá hacer nada con eso. La Biblia dice: “que el débil diga ¡fuerte soy!”. En el momento en que lo dices, Jesús podrá administrar fortaleza. Jesús no te dará enfermedad, debilidad, pobreza o pecado. Él derrotó todo eso por nosotros. Él es el Sumo Sacerdote de la redención, de la justicia y de la liberación. Tenlo presente cuando te acerques a Jesús, para que no hables palabras de derrota, sino palabras de victoria que Él pueda hacer cumplir. Eso es lo que Dios le ha comisionado a Jesucristo para que cumpla en tu vida. Lectura bíblica: Hebreos 7:20-28